Los jubilados recibirán en diciembre uno de los pagos más altos del año, producto de la combinación del bono extraordinario, el aumento previsto por movilidad y el medio aguinaldo. El refuerzo llega en un contexto de fuerte presión inflacionaria y busca compensar, al menos parcialmente, la pérdida de poder adquisitivo acumulada en los últimos meses.
El haber mínimo tendrá un incremento producto del ajuste por movilidad, al que se suma el bono adicional que el Gobierno dispuso para reforzar los ingresos de los jubilados y pensionados con haberes más bajos. Este bono será acreditado junto con el pago mensual y representa un alivio importante para quienes dependen exclusivamente de la prestación estatal. El medio aguinaldo, correspondiente al segundo semestre del año, completará un monto final que supera ampliamente el ingreso habitual.
Para la mayoría de los beneficiarios, la suma total significará un respiro económico para afrontar los gastos de fin de año, especialmente en alimentos, medicamentos, tarifas y transporte, rubros que registraron subas pronunciadas. Sin embargo, especialistas advierten que se trata de medidas coyunturales que no resuelven el problema de fondo: la capacidad real de compra de las jubilaciones continúa muy deteriorada y depende cada vez más de refuerzos extraordinarios.
Economistas consultados señalan que el desafío para los meses siguientes será garantizar un esquema de actualización que acompañe la inflación sin comprometer la sustentabilidad fiscal del sistema. De no existir una política integral, los jubilados podrían volver a enfrentar un retroceso significativo en sus ingresos reales una vez que se diluya el impacto del bono y del aguinaldo.
Aun así, el pago reforzado de diciembre se convierte en un alivio clave en un contexto económico complejo. Permite a los jubilados afrontar las últimas semanas del año con mayor margen y ofrece una señal de apoyo en un sector que históricamente ha sido uno de los más golpeados por la inflación.








