El Gobierno de Javier Milei negocia un acuerdo con entidades financieras de Wall Street para que asuman la garantía de un nuevo empréstito soberano argentino, con apoyo indirecto de activos de la Reserva Federal de los EE.UU., lo cual se perfila como un giro estratégico para aliviar la presión cambiaria y de reservas.

Según fuentes especializadas, el préstamo estaría estructurado con una tasa estimada entre 7 % y 9 % anual, y un plazo previsto de 5 a 7 años. Para el equipo económico argentino representa un alivio inmediato frente a la baja de reservas netas y un riesgo país que hoy supera los 650 puntos básicos.
El mecanismo plantea que los grandes bancos estadounidenses actuarían como garante del préstamo, apoyándose en activos que mantiene la Reserva Federal como colateral, lo que reduciría el riesgo para los prestamistas externos y permitiría al país acceder a mejores condiciones financieras.

La operación llega en un contexto de emergencia para la economía argentina: la liquidez es ajustada, el dólar presión y las sostenibilidad fiscal y externa son señales de alerta. La confirmación de que bancos de primer nivel están dispuestos a respaldar este acuerdo envío una señal positiva a los mercados internacionales, aliviando parcialmente la incertidumbre financiera.

Sin embargo, el éxito del acuerdo depende de múltiples factores: la aceptación del paquete por parte de los prestamistas, el cumplimiento de condiciones estrictas de garantía y colateralización, y la capacidad del gobierno argentino para ejecutar un programa de reformas estructurales que genere confianza. Para los analistas, esta maniobra puede dar algo de aire en el corto plazo, pero no sustituye la necesidad de un plan creíble de ajuste, inversión extranjera y fortalecimiento institucional.

En suma, el posible rol de los bancos de Wall Street como garante del préstamo argentino representa un cambio de instrumento financiero significativo, que incorpora actores globales y mecanismos de garantía poco comunes para la Argentina. Si se concreta, abriría una nueva etapa dentro de las negociaciones de deuda y financiamiento externo, aunque el foco ahora estará en los detalles: quiénes participan, cuáles son los colaterales, y qué exige el acuerdo a cambio de esa garantía.

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